Texto: Marcos Di Benedetto
Se denomina Onas a los pueblos originarios de Tierra del Fuego, aunque en realidad fueron tres las comunidades que habitaron estas tierras; los selk-nam, los yámanas y los kawéshkar. Hoy -y desde hace casi dos décadas- no quedan integrantes de ninguna de las tres etnias, gradualmente diezmadas desde la llegada del europeo, quien acabó con las fuentes de subsistencia, instaló enfermedades, y persiguió y asesinó a las comunidades originarias en pos de beneficios económicos, por no decir en pos de satisfacer las oscuras y crueles pulsiones de una líbido cínica, desalmada: la enfermedad imperialista.
Familia Ona, Tierra del Fuego |
Poco
sabemos de ellos. A los selk-nam los conocemos más con el nombre de onas. Ellos eran
cazadores sin residencia fija, aunque armaban sus casas cuando la comida abundaba en un territorio, pudiendo entonces las mujeres parir a sus pequeños más cómodamente, y cobijarlos junto a las fogatas hasta que la piel se les acostumbrase al frío. Los onas llevaban a cabo su rutina nómade hacia el
norte de la región comprendida por lo que hoy es la provincia fueguina. Los
yámanas y los kawéshkar, en cambio, sí se aventuraban al mar, navegándolo sobre sus canoas
cónicas; y no sólo pescaban, también hacían clasificaciones de cetáceos que nutrían a su vez profundas meditaciones metafísicas con respecto a las ballenas y a los delfines.
Acontecimiento
mágico, insondable y lleno de presagios: el hecho de que una ballena aparezca
varada en la playa. Festín y fiesta, varias familias yámanas se alimentaban del
mamífero marino.
Tierra del Fuego |
Y
si la providencia no favorecía a los pescadores, si el hambre azotaba
a hombres, mujeres y niños, y si ni el fuego sagrado era capaz de apaciguar con su calor el dolor del
apetito no saciado, el pueblo se reunía en torno a los ancianos y convocaba a los chamanes para demandar:
tráenos ballenas!!! Lo que hacía el mago, mensajero o administrador de
milagros en estas situaciones –y también había mujeres chamanas, como fue el caso de Lola
Kiepja, (última representante ona fallecida hace unos años)-, era
emular a una ballena muriendo, como si sus poderes lo desdoblasen y fuese a la
vez chamán y ballena agonizante, y la invocaba desde Aim-Shoink, región celeste regidora
de ballenas: y él mismo se convertía entonces en un espíritu-ballena-padre, y
seleccionaba a una de sus hijas y se disponía a ahogarla en pos de sus fieles.
Lola Kiepja, chamana selk-nam |
El
cielo tenía su correspondencia terrestre, pero el cielo se dividía, para los
onas, en cuatro cielos. Cada persona se identificaba con una de estas partes, con
un haruwen. Las ballenas estaban en el Cielo Norte. Quienes pertenecían al
Cielo Norte se dibujaban ballenas en el cuerpo, o delfines. Para los onas,
las ballenas formaban parte de un pasado mítico.
Pueblos originarios de Argentina: Onas |
Otro
mito fundante del pueblo ona es el de la pelea del sol y la luna. Se trata de
una historia –recogida en el libro sobre leyendas del sur compilado por
Arnoldo Canclini- que habla de la violencia entre los géneros y la disputa por el poder y la fuerza: será el hombre quien, finalmente, se
apropie del fuego, quitándoselo a la mujer, encarnada en la luna, destinada a huir cada mañana por miedo a que se repita la violencia sobre ella.
Algunos
estudiosos de estos pueblos originarios argentinos son Anne Chapman, Joseph Emperaire, Osvaldo Silva,
Martín Gusinde, Alfredo Magrassi.
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