viernes, 15 de junio de 2012

Villa General Belgrano, Valle de Calamuchita, Córdoba, Argentina.


Texo: Rocío Eraso
Traducción: Bruno Bettiol

Languidece la tarde, una musiquita de reminiscencias húngaras, o quizás suizas o alemanas, (aunque estoy casi segura de que es húngara) brota de algún jardín florido y se enlaza con el perfume perpetuo que desciende de las sierras. Son las 6 pm. y estoy en Villa General Belgrano; no hago nada, camino, respiro, camino, y me siento ondulada como el horizonte; sola, pero abrazada por esas masas de tierra, de pasto, de bosques; por la música, por la mística rubia de los paisanos.

Daylight begins to languish while a Hungarianesque song -or maybe from Switzerland or Germany, but I am almost sure it's Hungarian- spring forth from a flowery garden and entwines itself with the perennial fragrance coming down the mountains. It's 6 pm and I'm in Villa General Belgrano; I'm doing nothing, I walk, I breathe and walk, and feel wavy like the skyline; alone but embraced by those masses of soil, of grass, of woods; embraced by the music, by the blond mysticism of the locals.

Villa General Belgrano, Valle de Calamuchita, Córdoba, Argentina
No es época de fiestas típicas y eso me reconforta. La verdad, mi ánimo no está en sintonía con la muchedumbre que llega de todo el globo a la Fiesta Nacional de la Cerveza, a la Fiesta del Chocolate Alpino, o a la de la Masa Vienesa. “Comer sigue siendo la actividad más convocante del comercio turístico –pensé-, los productos regionales de Villa General Belgrano refulgen bajo las luces del sol, y cada jarra de cerveza, cada chocolate, cada masa vienesa, se vuelve un tesoro histórico y delicioso.” Pensar en fiestas regionales me abre el apetito, cruzo la calle San Martín y pongo un objetivo a mi caminata: entrar a una de esas confiterías alemanas a probar strudel y a celebrar mi Oktoberfest personal.

It's not the time for traditional parties, and I feel pleased by that. Honestly, my mood is not at one with the crowd coming from all around the globe to the National Beer Festival, or the Alpine Chocolate Festival, or the Viennese Pastry Festival. Eating keeps on top as regards trendiest activities for tourists, I thought; the regional products from Villa General Belgrano shine radiantly under the sun; every jug of beer, every chocolate, and every Viennese cake becomes a historical treasure so delicious. Musing on these regional festivals arouses my appetite; I cross San Martín Street and set a goal to my strolling: enter one of these German cake shops and try strudel. Let's celebrate my own personal Oktoberfest.

Al día siguiente, y sabiendo que no contaba mucho tiempo más para vagabundear por la Villa, dado que pautamos un viaje de tres noches, pido prestada una bicicleta y empiezo  a pedalear por calles repletas de una arquitectura salvajemente replicante del centro de la Europa. “Villa General Belgrano –pensé- es casi una ficción intemporal entre la Sierra Chica y la Sierra Grande; un cuento donde faltan los dragones, los gnomos, los elfos…, ¿dónde está la mitología sajona? ¿En la impecable escuela de Artes y Oficios? ¿Entre los árboles, que son más numerosos que los habitantes de la pequeña aldea?”

The following day, keeping in mind I don't have much time to wander thru the Villa -we arranged the trip for three nights-, I borrow a bike and start to pedal along streets that resemble -beyond doubt, I'd say- the architecture of Central Europe. “Villa General Belgrano -I thought- is almost a timeless fiction between Sierra Chica and Sierra Grande; a tale sans dragons, gnomes and elves..., where lies the Saxon mythology? In the impeccable school of Arts and Crafts? Among the trees which outnumber the inhabitants of the small village?”
El apetito me detiene la serie de preguntas sin respuesta y estaciono la bicicleta frente al hotel. Pero en lugar de entrar al restaurante, de donde emerge un exagerado grito de sabor, prefiero penetrar en el bosquecito de la Feria de Artesanos y probar los bocadillos que se venden en los puestos. “Mmmmm, ¡qué rico!” Los turistas extranjeros y yo decimos lo mismo en diferentes lenguas apenas el Knackwurst mit Sauerkraut,-presentado en algo parecido a una cajita feliz y que consiste en salchicha Frankfurt y chucrut- invade la cavidad bucal. Descubro, ese mediodía, cuán afín soy a la cocina alemana.

My appetite holds back the series of questions without answer, and I park the bike in front of the hotel. But instead of going to the restaurant, where a bloated outcry of savor comes forth, I prefer to move on to the craftsmen’s fair in a small grove, and try the snacks sold at the stalls. “Mmm, tasty!”. Foreign tourists speak the same in different words upon tasting the Knackwurst mit Sauerkraut- presented in a sorta Happy Meal consisting of Frankfurter sausage and sauerkraut. I discover, that noon, my fondness for German food.

Villa General Belgrano, Valle de Calamuchita, Córdoba, Argentina
Si el primer día me dedico a caminar por la Villa y a comer, el segundo es todo Kultur y más Kultur. Hago mucha vida social ese día, la gente es sencilla, y nadie se guarda las sonrisas para la vida privada. Puedo preguntar sobre los duendes y las hadas sin empacho, y más de uno me asegura que existen, que los busque en la Quebrada de la Zarzamora, en el Pozo Verde. Según los belgranenses, los duendes se dejan ver a determinadas horas, a determinadas personas. “Para creer en los duendes no necesito verlos –digo- me bastaría con escucharlos”.

If the first day I engage in walking thru the village, on the second day I dedicate to Kultur and more Kultur. I have a great deal of social life that day; people are modest, and no one confines their laughs to private life. I can inquire about goblins without abashment, and more than one is convinced they exist, telling me to look for them in Quebrada of the Mazamorra and in Pozo Verde. According to the locals, goblins can be seen at certain hours, by certain people. “In order to believe in goblins –I say- I don’t need to see them, hearing them would be enough”.

El tercer día de mi estadía en Villa General Belgrano está destinado íntegramente a los gnomos. A buscarlos salgo temprano, cargada con una cesta llena de manzanas. Según me dicen, la manzana fermentada -la sidra- es la bebida favorita de los duendes. Tomo entonces el camino de la Sierra Chica a fin de llegar a “la olla” a media mañana: la olla es un estanque de agua donde convergen todos los matices del verde. Al son de los zorzales me recuesto apoyando la espalda en un roble para descansar un poco. Y aunque me queda un largo trecho por andar -ya que además del Pozo Verde y del almuerzo a base de zarzamoras, planeo subir al Mirador y avanzar después indefinidamente por la Sierra siguiendo el curso del arroyo; me quedo profundamente dormida.

The third day of my sojourn in Villa General Belgrano is totally dedicated to gnomes. Early on, off I go to seek for them, with a basket full of apples. They say fermented apple –aka hard cider- is goblin’s favorite beverage. I take, then, the path of Sierra Chica so as to reach “la olla” at mid-morning: la olla is a pond where all shades of green converge. I lay down my back on an oak, while I listen to the thrushes’ songs; I rest for a while. And even though I still got a long way to go –besides Pozo Verde and my mazamorra lunch I plan to go up the viewpoint and then move forward to the Sierra following the course of the stream; I fall into a deep sleep.

Villa General Belgrano, Valle de Calamuchita, Córdoba, Argentina
La cosquilla de una brisa, de una brizna, de una hoja suelta en el viento, me despierta. Los zorzales siguen cantando como Gardel; el agua interpreta también una melodía reconfortante, una armonía dulce, plenamente dulce. El sol ha llegado hasta mí, e ilumina cada hebra de hierba: la belleza es total. Después de desperezarme, y cuando la música del bosque está ya también adentro mío, busco mi canasta para comer una manzana y seguir viaje.

The gentle tickling of a breeze, of a strand, of a leaf adrift in the wind, awakes me. The thrushes still sing like Gardel; the water also interprets a comforting melody, a sweet harmony, heart and soul so sweet. The sun has reached me, and shines upon each blade: the beauty is absolute. After stretching myself, and when the music of the forest is also within me, I look for my basket to have and apple and head onwards. 

No adivinan la sensación, la mucho más que rara sensación que tengo al encontrar la canasta vacía. Guardo silencio, me quedo inmóvil. “No voy a ser racional” pienso. Y ni bien esta idea se asienta en mí, unos murmullos, unos murmullitos, comienzan a escucharse. Los gnomos estan en todo el prado, detrás de cada pino, haya, roble. “Son ellos, estoy segura, son ellos agradeciéndome por las manzanas.” Los murmullitos cesan. “Ya está” pienso.

You can’t guess the feeling, the unbelievable weird feeling I have when I find the basket is empty. I remain silent, I don’t move. “I’m not gonna be rational” I think. And no sooner this thought settles within me, murmurs, tender murmurs can be heard. The gnomes are all around the park, behind every pine, beech, and oak. “It’s them, I’m sure, it’s them thanking me for the apples” Murmurs cease. “It’s over” I think. 

Villa General Belgrano, Valle de Calamuchita, Córdoba, Argentina
La felicidad me dura intacta hasta la noche, y aún más allá. Mientras el micro se aleja del Valle de Calamuchita, siento que conocer a los duendes de Villa General Belgrano es lo más increíble que me pasó en años.

Happiness lasts untouched till night, and even beyond. While the bus goes away from the Valley of Calamuchita, I feel that meeting the goblins of Villa General Belgrano is the most incredible thing that happened to me in years.
 

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